WASHINGTON.-
Mientras Puerto Rico se dirige hacia una posible bancarrota, el único
representante de la isla en el Congreso de Estados Unidos ve su
patrimonio crecer, en parte, gracias a las empresas en Wall Street que
buscaron aprovecharse de la crisis financiera de la isla y encontraron
en la esposa del representante la asesoría que necesitaban, según 'The New York Times'.
Estos
papeles dobles —congresista y cónyuge involucrados en los asuntos
financieros de sus comunidades— no son inusuales en Washington, una
ciudad en la que las parejas poderosas son cada vez más comunes.
Sin
embargo, la legislación que ha introducido Pedro Pierluisi, demócrata y
comisionado residente de Puerto Rico en el Congreso, beneficiaría por
lo menos a dos de las compañías que han contratado a su esposa, María
Elena Carrión, como asesora financiera.
Carrión constituyó su compañía de consultoría en Puerto Rico solo
20 días
después de que Pierluisi, de 56 años, fuera electo para ir al congreso
en 2008, según muestran los registros. Desde entonces su valor ha
superado el millón de dólares, y el patrimonio promedio de la pareja se
ha multiplicado 27 veces desde la elección.
Mientras
Carrión, de 51 años, trabaja con estas compañías, la oficina de
Pierluisi cabildea con dos de sus clientes: Fundamental Advisors y
Och-Ziff Capital Management, de acuerdo con lo que muestran los
documentos proporcionados por la oficina del comisionado residente.
Por
otro lado, el directivo de un fondo especulativo en Wall Street, cuya
empresa participó en una venta de bonos del gobierno de Puerto Rico por
3,5 mil millones de dólares en 2014,
ha recaudado fondos para la contienda de Pierluisi por la gubernatura,
según muestran los registros financieros de su campaña y algunos correos
electrónicos.
“Al congresista le gustaría continuar el diálogo con la comunidad inversionista”, se lee en una invitación por
correo electrónico
que este directivo envió en julio de 2014. Añadía que “otros gestores
de activos y personalidades políticas” asistirían al evento. “Se sugiere
una contribución, ya que el congresista está buscando la gubernatura en
el 2016”.
Ninguna
ley exige a Pierluisi que divulgue los nombres de los clientes de su
esposa… y no lo ha hecho. Los nombres de Wall Street salieron a la luz
después de que The New York Times los solicitara.
En
entrevistas, tanto Pierluisi como Carrión dijeron que mantenían sus
carreras profesionales separadas y que nada de lo que Pierluisi hizo en
el Congreso tuvo la intención de beneficiar a la joven empresa de su
esposa, Multicultural Capital, o su campaña para gobernador.
“Ella
tiene todo el derecho de ejercer su profesión”, declaró Pierluisi
durante una entrevista en su oficina en el Capitolio. “No tiene nada que
ver con lo que hago en el Congreso. El único vínculo aquí es que tiene
sede en Puerto Rico”.
Carrión
—que tiene una maestría en administración de empresas por la
Universidad de Columbia y pasó más de una década trabajando para bancos
de inversiones en Wall Street— opinó que las preguntas sobre un posible
conflicto de intereses son infundadas.
“Soy una especialista en fusiones y adquisiciones con 30 años de experiencia en el sector financiero”, afirmó en una
declaración por escrito. “Como mujer y como parte de un grupo minoritario, me siento orgullosa de tener mi propia compañía”.
Los
directivos de las empresas que la han contratado, como Fundamental
Advisors y Och-Ziff, rehusaron a hacer cualquier declaración oficial.
Las
normas de ética del Congreso no establecen límites sobre el trabajo que
la esposa de un congresista pueda realizar. Dos abogados de ética que
examinaron el asunto a petición del Times opinaron que no veían ninguna
violación a la ley en el trabajo que ha realizado Carrión.
Pero
Meredith McGehee, directora de políticas en el Centro Legal de
Campañas, un grupo que vigila las finanzas de campaña, comentó que
Pierluisi debería haber declarado los negocios en los que su esposa está
involucrada.
“La
democracia es un juego de confianza; las personas necesitan confiar en
que los ciudadanos que han elegido no llegaron al poder para
enriquecerse”, opinó McGehee. “La realidad es que lo que han hecho aquí
ha generado un poco de humo, la impresión de un conflicto, sin importar
cuánto desapruebe esa afirmación el congresista”.
Carrión describe
Multicultural Capital
como una “consultoría boutique independiente” que ayuda a las empresas
interesadas en invertir en Puerto Rico y otros mercados latinos a
encontrar propiedades de inversión que valga la pena comprar.
Abrir
la compañía después de la elección de su esposo representó el regreso
al mundo financiero de Carrión, una experta en mercados emergentes que
había trabajado durante 15 años en compañías de Wall Street como
Prudential Financial y Bankers Trust antes de darse un descanso para
cursar un doctorado en historia de Puerto Rico.
Desde
su pequeña oficina en San Juan, Carrión llena solicitudes de
inversionistas que buscan comprar o vender activos, como hoteles y
construcciones residenciales.
Su
trabajo en esta área ha coincidido con una explosión de interés en la
isla por parte de los actores más importantes de Wall Street, como
Apollo Global Management y Och-Ziff Capital Management, dos fondos de
inversión con sede en Nueva York. Estos fueron a Puerto Rico en busca de
ofertas y los llamados activos en dificultades, como algunos hoteles, o
para comprar alguna deuda pública ya que el gobierno estaba ofreciendo
tasas de interés inusualmente altas para atraer el dinero que tanto
necesita.
Och-Ziff
solicitó la ayuda de Carrión en 2012 y 2014 y finalmente compró
acciones en un hotel y un complejo residencial de la isla. La compañía
de Carrión se llevó una comisión de más de un millón de dólares por la
ayuda que prestó para realizar la transacción, según algunos de los que
participaron. Ella no dijo cuánto ganó su compañía en comisiones.
Más
recientemente, Carrión fue contratada por Fundamental Advisors. Su
empresa no pudo ayudarlos a encontrar una inversión adecuada, pero su
comisión fue de decenas de miles de dólares antes de que el contrato se
diera por terminado al final del año pasado.
En
marzo de 2014, Och-Ziff fue uno de al menos una docena de fondos
especulativos que compraron una gran participación valorada en 3,5 mil
millones de dólares en bonos vendidos por el gobierno de Puerto Rico con
la ayuda de empresas en Wall Street, como Morgan Stanley.
Esta
oferta de bonos, la venta más grande de deuda municipal en la historia
de Estados Unidos, atrajo fondos especulativos, en lugar de los
tradicionales inversionistas de fondos municipales.
A
meses de la venta de bonos de 2014, los directivos de Wall Street
involucrados en la transacción acudieron a la oficina de Pierluisi para
pedir ayuda. Este propuso una ley en julio de 2014 y en febrero de 2015
que permitiría al gobierno de Puerto Rico aprovechar la provisión de
bancarrota que Estados Unidos pone a disposición de los 50 estados.
En
el caso de empresas como Och-Ziff y Fundamental Advisors, este cambio
legal protegería su inversión en los bonos si la isla gana la protección
por bancarrota, mientas que los titulares de otras deudas emitidas por
el gobierno de Puerto Rico recibirían pagos mucho menores.
“El
congresista tomó esta postura por una y solo una razón: porque cree que
es lo mejor para los 3,5 millones de ciudadanos estadounidenses que
representa”, se lee en una declaración emitida por su oficina.
Sin embargo, en agosto de 2014,
Julio A. Cabral-Corrada, quien entonces era corredor de bolsa en
Morgan Stanley, organizó un evento de recaudación de fondos en el
Península Hotel,
ubicado en la Quinta Avenida de Nueva York, y explicaba abiertamente en
la invitación que los asistentes tendrían acceso a Pierluisi “para
continuar el diálogo con la comunidad inversionista” mientras las
negociaciones continuaban.
Las
normas éticas
establecen que los miembros del Congreso no tienen permitido
“patrocinar o participar en ninguna solicitud que ofrezca a los donantes
cualquier acceso especial”. Cabral-Corrada se rehusó a hablar sobre el
evento o las personas que asistieron.
Los
registros financieros muestran contribuciones que se hicieron cerca de
los días en que se realizó el evento, las cuales provienen de más de una
docena de personajes de la industria financiera y cabilderos.
Cuando
se le entregó una copia de la invitación a la recaudación de fondos,
Pierluisi aseguró que no la había visto antes. “Este es un lenguaje
desafortunado”, opinó.
El
congreso no ha tomado ninguna acción para resolver la crisis financiera
en Puerto Rico. A finales de marzo surgió una propuesta que no
garantizaría que los titulares de los bonos rescatables con recursos
generales estuvieran completamente protegidos.
En
la entrevista Pierluisi ofreció su apoyo tentativo a esta nueva
propuesta que remplazaría su plan legislativo, como prueba irrefutable
de que no estaba intentando ayudar a los antiguos clientes de su esposa.
Por
su parte, Carrión añadió que nunca trabajó para los departamentos de
fondos de inversión de las empresas que invirtieron en los bonos, sino
que ayudó a las secciones de capitales de riesgo, las cuales compran
activos inmobiliarios como hoteles, y que los contratos con todos sus
clientes incluían una cláusula que aclaraba que ella no hacía cabildeo
en el congreso.
No obstante, algunas de las empresas son tan pequeñas que los directivos participan en ambos departamentos en una misma oficina.
Durante
el tiempo que Pierluisi ha estado en su cargo, la empresa de su esposa
ha ido de no tener ingresos a valer más de un millón de dólares, de
acuerdo con la declaración financiera más reciente, la cual se entregó
en 2015.
Las
declaraciones financieras que Pierluisi entregó al Congreso muestran
que el patrimonio familiar promedio neto, sin las deudas de los activos,
aumentó repentinamente, de 36.501 dólares reportados en 2008, el año en
que fue electo, a un millón de dólares en 2014, de acuerdo con el
informe más reciente entregado en 2015.
Pierluisi aseguró que el cambio en su patrimonio familiar era el resultado de las ganancias de su esposa.
En Puerto Rico, algunos ven un patrón que es familiar.
Emilio Pantojas García, catedrático en la Universidad de Puerto Rico que ha
escrito sobre la crisis en
la isla, afirmó que, incluso si el trabajo de Carrión no se beneficiara
de la presencia de Pierluisi en el Congreso, los arreglos generan
sospechas.
“Mientras
el resto sufre, ellos sacan ganancias de la crisis”, comentó.
“Desafortunadamente, es lo habitual entre la élite política en Puerto
Rico”.