domingo, 24 de septiembre de 2017

Puerto Rico, en ‘shock’ por la magnitud de su desastre


SAN JUAN.- "Esto es un desastre mayor. Que a nadie le quepa duda de eso", afirmó este domingo el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, en el cuarto día de desastre tras el paso de María, el mayor huracán que ha azotado la isla desde 1929. El gobierno ha registrado 10 víctimas mortales pero advierte de que hay amplias zonas todavía por acabar de revisar, incluidos nueve municipios incomunicados, según crónica de El País, de Madrid. 

Las pérdidas económicas, lejos de cuantificación precisa, serán de miles de millones de dólares, según Jénniffer González, comisionada de Puerto Rico en el Congreso de Estados Unidos, del que la isla es Estado Libre Asociado. "Nunca habíamos sufrido una devastación como esta", lamentó González, que explicó que en un recorrido en helicóptero contempló a su país devastado: "No queda ni el verdor".
El 100% de la red eléctrica está arruinada. Descuidado durante años y con una infraestructura el doble de vieja de lo debido —una media de 44 años por central—, el sistema eléctrico ha sido la víctima más aparatosa de María
Rosselló ha afirmado que será necesario reconstruirlo por completo, lo que podría llevar al menos dos años. Mientras tanto se irá parcheando el servicio para devolver la electricidad a las casas, misión que puede tomar semanas o meses en las zonas más vulnerables del país. Sin luz, con un 75% de las casas sin agua corriente y sin señal de teléfono apenas, los tres millones y medio de habitantes de Puerto Rico se desesperan por tener soluciones.
En el Centro de Convenciones de la capital, San Juan (390.000 habitantes), habilitado como centro de comando oficial, Dorleen Sánchez, de 44 años, pedía ayuda para conseguir un tanque de oxígeno para su madre, encamada en su casa. "El que tenemos lo he ido dosificando, bajándole el paso de oxígeno al mínimo, pero se está quedando a cero y mi mamá está empezando a tener a toser mucho", explicó.
Las lluvias torrenciales habían cesado ayer, dejando el país inundado. En algunas zonas el nivel del agua alcanzó 90 centímetros en menos de 24 horas, diez más que las cotas más alta de anegamiento que dejó en agosto el huracán Harvey en Texas. El joven gobernador Rosselló, de 38 años, asegura que los daños materiales que ha causado María son solo comparables a los de Katrina en 2005 en Luisiana.
El punto de mayor emergencia este domingo era la presa del lago Guajataca, un embalse de un siglo fisurado por el tremendo empuje del agua. "No sabemos cuánto va a aguantar", ha reconocido Rosselló. Desde el viernes la Guardia Nacional de Puerto Rico trabaja en la evacuación de 8.000 vecinos que podrían verse afectados. 
El sábado se logró rescatar una barcaza cargada de petróleo que iba a la deriva contra la costa de la isla. La comisionada afirmó que se evitó "un potencial desastre ecológico". Además de hacer frente a amenazas como estas, las prioridades de las autoridades de momento siguen siendo salvar vidas, garantizar el funcionamiento de los hospitales, dar acceso a combustible a la gente, reabrir las escuelas, que siguen cerradas, y dar techo a quienes perdieron sus casas. Ayer se contaban 15.000 refugiados.
En San Juan, las colas para conseguir gasolina bloqueaban el tráfico, si bien el gobernador ha asegurado que no hay falta de combustible sino problemas de distribución que ayer se empezaban a solventar. Rosselló ha establecido de manera indefinida el toque de queda de siete de la mañana a cinco de la tarde y la ley seca. Estos días se han reportado casos de pillaje. 
En Lloréns Torres, un barrio pobre de San Juan, fue saqueado un centro comercial. "Mientras cruzaba el huracán, hombres, mujeres, niños y viejos vinieron con su carrito a vaciarlo", dijo el vecino Benito del Cueto, de 83 años. "Iban con el carrito como si fueran de compras".
La comisionada González aseguró ayer que en octubre el Congreso de EE UU abordará la aprobación de fondos específicos para la reconstrucción de Puerto Rico tras el paso del huracán María. La élite del poder político americano ya está en movimiento ante la catástrofe boricua. Este lunes llegará a San Juan el poderoso republicano Marco Rubio, excandidato presidencial, y se espera la pronta visita del presidente Donald Trump.
Con un agujero de 73.000 millones de dólares en deudas a acreedores y 50.000 millones en desprovisión del fondo de pensiones, tutelado por una Junta de Supervisión Fiscal designada por el Congreso de EE UU, Puerto Rico ha recibido el ciclón como la puntilla a su ruina. 
En la isla se cree que el mal es tan grande que hasta podría traer consigo la solución: un plan extraordinario de rescate estadounidense. Aunque el Congreso –controlado por el Partido Republicano, partidario del control severo del gasto público– se ha mostrado reacio a inyectar capital a Puerto Rico, dar la espalda ahora a un territorio americano con el agua al cuello podría tener costes. El peso electoral de la comunidad boricua en EE UU es cada vez mayor, sobre todo en Florida, un estado clave, y su apoyo será preciado de cara a las presidenciales de 2020.
Ajena a las ecuaciones de poder que se tejen en torno al desastre, una mujer que se identificó solamente como "la señora Rivera", sin nombre de pila, pasaba el rato sentada con su padre en un banco de Lloréns Torres, rodeada de árboles pelados, cenizos y torcidos como tras un bombardeo de napalm. "Esto está siendo muy horrible", dijo, "pero en mi casa tenemos lo esencial: jamoncillo y pan".

Puerto Rico necesitará varios meses para empezar a recuperar la normalidad


MADRID.- Tres días después de que el huracán María llegara a la costa de Puerto Rico, la isla caribeña seguía en su totalidad sin electricidad. La tormenta destrozó un sistema eléctrico obsoleto que tardará meses en volver a funcionar. María fue un fenómeno meteorológico con una agresividad poco común, que arrasó la isla de punta a punta, pero cuya violencia no es la única explicación de la destrucción de estas infraestructuras, según el diario Abc

Dos semanas antes, el huracán Irma «perdonó» a Puerto Rico y cambió su rumbo a última hora para pasar por el norte de la isla, apenas peinando el territorio estadounidense. Pese a ello, colapsó el 70% del acceso a la electricidad del país. Para María, fue como derribar un castillo de naipes.
Autoridades como el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, o la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín, han estimado que el servicio eléctrico tardará entre cuatro y seis meses en normalizarse. 
Algo más optimista era el director de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (Prepa, en sus siglas en inglés), Ricardo Ramos, que aseguró en una entrevista que el 80% de la infraestructura de transmisión y distribución de electricidad «se ha perdido», pero confiaba en que las plantas de producción estén intactas. Según su estimación, el servicio eléctrico se habrá recuperado «en tres o cuatro meses máximo».
No hay muchos en Puerto Rico que tengan esa esperanza. La Prepa es un empresa pública de suministro eléctrico detestada en la isla. Es la mayor entidad estatal de este tipo en EE.UU., donde la mayoría de estos servicios los proporcionan empresas privadas, y ha estado lastrada durante años por corrupción, mala gestión y deficiencias en el suministro.
La orografía portorriqueña y el hecho de que sea una isla complica el restablecimiento del servicio. Habrá que transportar hasta esta parte del Caribe toneladas de materiales de construcción y distribuirlos en una isla con las infraestructuras golpeadas.
La falta de acceso eléctrico aboca a la población a meses de sufrimiento. Afecta a la conservación de alimentos, el acceso a agua potable, el funcionamiento de los hospitales, el uso de aire acondicionado, las comunicaciones… El director de la agencia de emergencias portorriqueña, Abner Gómez, reconoció que el «retorno a la normalidad» podría tardar hasta un año.
Mientras, las autoridades tratan de que la tensión y la falta de abastecimiento no desesperen a la población. Rosselló llamó ayer a la calma en un mensaje de radio y tranquilizó a los portorriqueños sobre el acceso al combustible. Las colas se repetían ayer en las gasolineras, donde los afectados tratan de hacer acopio de combustible para sus coches y generadores, y de hielo. El toque de queda sigue instaurado de forma «indefinida» entre las 7 de la tarde y las 5 de la mañana.
La situación más acuciante se vivió en el noroeste de la isla, donde se temió la ruptura de la presa de Guajataca, que podría afectar a 70.000 personas. El viernes por la tarde se detectaron fallos estructurales ante la presión del agua contra la presa, desbordada tras el paso del huracán. Anteayer la alerta se redujo tras comprobar que una erosión había facilitado la salida del agua y reducido la presión al embalse. Finalmente solo se requirió la evacuación de 320 personas en dos municipios que recibirían el impacto directo de la ruptura de la presa.