miércoles, 20 de abril de 2016

Puerto Rico, la isla de EE.UU. que sigue fiel a la herencia hispana


MADRID.- Un Congreso Internacional de la Lengua Española es todo un acontecimiento. No solo porque reúne a representantes de 22 naciones bajo el paraguas de una lengua materna compartida por casi 470 millones de hablantes (lo que la convierte en la segunda del mundo, por detrás del chino), sino por el número de usuarios potenciales del español (nativos, a los que se suman quienes tienen una competencia limitada y quienes lo estudian como lengua extranjera), casi 559 millones. Y por su futuro: el 6,7% de la población mundial es hispanohablante, pero se prevé que en el 2030 sean el 7,5 % y que dentro de tres generaciones llegue al 10 %. Unos números que, además de hacernos sentir parte de una gran comunidad, tienen un indudable interés económico, escribe Carlos Ocampo.

Las academias de la lengua de 22 países, que están organizadas en la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), van ya por el séptimo congreso internacional, que se celebra cada tres años. El primero fue el de Zacatecas (México, 1997). Valladolid (España, 2001), Rosario (Argentina, 2004), Cartagena de Indias (Colombia, 2007), Valparaíso (Chile, 2010, que a causa del terremoto que azotó al país fue virtual) y Panamá (2013) precedieron a Puerto Rico. El próximo probablemente sea en la Córdoba argentina, que ya presentó oficialmente al Instituto Cervantes y a la Asale su candidatura, y contará con al menos un miembro más, ya que la incorporación de la Academia Ecuatoguineana fue acordada justo al día siguiente de cerrarse el congreso.

UNA CITA ESPECIAL
El último, el séptimo, sería un congreso especial, para un año especial: el del cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Se celebró los pasados 17 y 18 de marzo en Puerto Rico, un lugar, si no especial, sin duda peculiar por lo que respecta a la situación del español. La pequeña isla antillana (es tres veces menor que Galicia) fue una próspera colonia española desde que la descubrió Cristóbal Colón ( 1493) hasta 1897, en que administrativamente pasó a ser una provincia autónoma. Un año más tarde (1898) estalló la guerra de España contra Estados Unidos y, en diciembre, por el Tratado de París Puerto Rico fue cedido a los norteamericanos. Al comenzar la Primera Guerra Mundial, la Ley Jones otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños en marzo del 1917, un reflejo de la importancia geopolítica de la isla caribeña para Washington. En 1952, el Congreso estadounidense aprobó la Constitución estatal propia de Puerto Rico, que lo convertía en el estado libre asociado que todavía es hoy. 

En sus casi 120 años de dependencia política de Estados Unidos la batalla lingüística es un fiel reflejo de una lucha por la autonomía en que los puertorriqueños no han cejado. Por eso, las alusiones a Puerto Rico como territorio estadounidense por parte de autoridades españolas han sido mal recibidas. Primero fue Víctor García de la Concha, exdirector de la Real Academia Española y actual director del Instituto Cervantes, quien levantó ampollas al aludir  a que este era el primer congreso de la lengua no se celebraba en Hispanoamérica. El rey Felipe VI dijo en el discurso inaugural alegrarse de regresar a Estados Unidos. Es probable que en el ánimo de ambos estuviera el deseo de reivindicar la pujanza del español, capaz incluso de desplazar al mismísimo inglés; o suavizar la no confirmada sospecha de que la Casa Blanca no le gustara ni poco que el congreso tuviera lugar en Puerto Rico. 

Para una nación que lleva más de cien años reivindicando su identidad hispana fue una doble afrenta a la que el escritor Eduardo Lalo replicó dolido al día siguiente con palabras tan duras como calificar de «barbarie incesante de los reyes españoles» las palabras del rey; y que el director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua,  José Luis Vega, trató de reparar en la clausura con algo más de diplomacia, al mostrar su alegría por que Puerto Rico haya organizado «el primer congreso de la lengua española que se celebra en un país antillano». Y es que para la mayoría de los puertorriqueños  Estados Unidos es potencia avasalladora contra la que lucha, sobre todo, con su identidad lingüística, con el español, que es la lengua predominante tanto en la enseñanza como en la vida cotidiana. 

La ge: a vueltas con la ortografía
Sería triste que los diez segundos que se mantuvo la errata en la pantalla sea lo único que algunos recuerden del congreso de Puerto Rico, pero puede que la desafortunada anécdota haya sido la puerta de entrada a la noticia para muchos. «Su magestad el Rey de España Felipe VI», rezaba la pantalla que presentaba su intervención en el acto inaugural. El error quedó subsanado enseguida, pero el desconsuelo de la joven rotuladora aún debe de estar atormentándola en sus peores pesadillas. Y eso que nada menos que el ministro de Cultura español, Íñigo Méndez de Vigo, salió en su defensa: «Hasta el mejor escribano echa un borrón», defendió. «No creo que haya que darle importancia», añadió el ministro. Alguna sí que tiene, sobre todo porque una falta en una frase tan breve se carga la estadística. Pero, en efecto, no pasa de ser una anécdota que nos da pie a fijarnos cuántas veces hay errores como estos en los rótulos de televisión y de las películas subtituladas. 

¿Y de qué se habló allí?
En el acto de apertura también intervino el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, que dedicó su discurso a las figuras de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. La tradición y creatividad, centradas en la figura de Cervantes, fue uno de los cinco temas del congreso, concebido como un homenaje a su figura. Los poetas Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez (él nunca hubiera escrito «magestad»), Pedro Salinas y Luis Palés Matos fueron protagonistas de otro de los temas. Un tercer bloque se concebía como un encuentro entre otras artes, la educación y el conocimiento. 

LA CIENCIA
El cuarto se preguntó por qué en la ciencia el español tiene una posición secundaria respecto al inglés y el peso que esto puede tener en el impulso de la investigación científica, en la economía y en la educación. La ciencia siempre ha buscado una lengua común internacionalmente, que fue el latín, luego el francés y hoy es el inglés. Algo que no debe impedir que nuestra lengua también sea vehículo del discurso científico. Dialnet es, en este ámbito, uno de los proyectos más ambiciosos. Se trata de una plataforma de la Universidad de La Rioja que constituye, según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el mayor almacén de artículos científicos en español. 

UNIDAD Y VARIEDAD
La unidad y variedad del español es un tema recurrente en todos los congresos internacionales de la lengua. Algo inevitable, teniendo en cuenta que la variedad dialectal que España exportó fue la meridional (distinta de la norma castellana) y que en América había, antes de que se extendiera el castellano, otras lenguas que en cada zona geográfica aportaron sustratos diferentes que marcaron evoluciones divergentes de las hablas locales que se reflejan en modos de hablar el español con tanta personalidad como los de Argentina, México, Cuba, Venezuela... Una muestra clara de esta divergencia fue la presentación en el congreso de la versión para Internet del diccionario del léxico de Puerto Rico, de la Academia Puertorriqueña. 

Pero conviene luchar contra la excesiva diferenciación. A base de conocimiento, claro. Así lo expresó Vega en la sesión final: «La lengua no puede abandonarse a su propia suerte», así que no deben despreciarse « las recomendaciones de rigor o pulimiento de estilo». «El idioma es poder y contiene sus propias contraseñas de inclusión y exclusión que debemos conocer», concluyó.

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