MIAMI.- Lluvias torrenciales, ríos y embalses desbordados, marejadas ciclónicas de dos metros, olas de ocho metros, árboles por los aires, ventanas estallando, 100% de las casas sin electricidad y problemas generalizados de telecomunicaciones. El ojo del huracán María ha atravesado Puerto Rico con sus devastadores vientos de más de 200 kilómetros por hora (categoría 4, la segunda más potente de la escala ciclónica) entrando por el sur a las seis de la mañana hora local y saliendo por el norte pasado el mediodía, manteniéndose la alerta por lluvias hasta esta noche y dejando la red de carreteras bloqueada y un caótico panorama general, según la crónica del corresponsal de El País, de Madrid, en el Caribe.
El gobernador Ricardo Rosselló ha pedido al presidente de EE UU Donald
Trump que declare la isla "zona de desastre", ha ordenado el toque de
queda para la población hasta el sábado y ha anunciado que los primeros
equipos de rescate están listos para salir a las calles. Por el momento
no se han reportado víctimas mortales.
Con un radio de impacto de 100 kilómetros desde su vórtice que ha
afectado a todo el territorio ensañándose con la región central, María
es el ciclón más fuerte que golpea a la isla desde 1928.
Apremiados por
el gobierno a refugiarse a tiempo, los puertorriqueños se han mantenido
durante horas atrincherados en refugios, casas y hoteles a la espera de
que el vórtice del ciclón se fuese por completo. A medida que avanza la
jornada se va dibujando el cuadro de la tragedia.
El diario local El Nuevo Día
menciona que un municipio ha quedado "completamente incomunicado"; que
una familia tuvo que saltar por la ventana de su casa junto a un río
desbordado para salvar su vida; que pacientes de dos hospitales han sido
trasladados porque estallaron los generadores eléctricos; el diario
refiere zonas urbanas totalmente inundadas y tendidos eléctricos
derrumbados, así como detalles que ejemplifican la fuerza del ciclón
como la cúpula de la alcaldía de Loíza "arrancada por el viento".
La
alcaldesa de la capital, San Juan (390.000 habitantes), Carmen Yulín
Cruz, ha dicho: “La devastación, la cantidad de casas que han
desaparecido es muy difícil de procesar”, y el alcalde de la ciudad de
Fajardo, Aníbal Meléndez, ha concluido: “Nunca había visto mi ciudad tan
destrozada”.
Ya hace horas, pasado el mediodía y alejándose por fin el
ojo del huracán, el director de la Agencia Estatal para el Manejo de
Emergencias y Administración de Desastres, Abner Gómez, hacía un balance
desolador: "Definitivamente, vamos a encontrar a nuestra isla
destruida. La información que hemos recibido no es nada alentadora. Es
un sistema que ha destruido todo lo que ha tenido a su paso”.
Tras
impactar en Puerto Rico, el huracán María se ha degradado de categoría 4
a categoría 3, todavía muy peligrosa, y se dirige a la costa este de
República Dominicana, que se encuentra en alerta roja y ha cerrado sus
aeropuertos, incluido el del foco turístico de Punta Cana, hasta el
jueves. Se espera que María azote la costa oriental dominicana con un
grado menos, categoría 2.
Entre el 6 y el
10 de septiembre el huracán Irma –el más potente en la historia del
océano Atlántico– dejó más de 80 muertos y daños incalculables en el
Caribe y Florida. La feroz intensidad de esta temporada de huracanes,
que dio su primer mazazo a finales de agosto con las históricas
inundaciones dejadas en Texas por Harvey,
está afectando gravemente a la región y disparando la preocupación por
el efecto del cambio climático en el recrudecimiento de los desastres
meteorológicos en la zona.
Esta semana en una entrevista con este diario
el premio Nobel de Química mexicano Mario Molina explicaba: "El cambio climático
no ocasiona estos eventos extremos, pero sí aumenta su intensidad. Los
huracanes tienen que ver con la temperatura del mar. Y esa temperatura,
ha subido como consecuencia del cambio climático".
Los destrozos han sido inmensos en Puerto Rico, que arrastra además
una desmesurada crisis de liquidez con crecientes dificultades para
mantener los servicios de salud y el sistema de pensiones y gran
depauperación laboral y social. Casi la mitad de los tres millones y
medio de habitantes de Puerto Rico vive por debajo del nivel de la
pobreza y abundan por toda la isla construcciones precarias de madera y
techos de zinc. Los reportes preliminares señalan que miles de viviendas
se han visto seriamente dañadas.
Durante el día el gobernador Rosselló ha lanzado mensajes de ánimo a
los puertorriqueños: "No hay ningún huracán más fuerte que el pueblo de
Puerto Rico. Cuando pase esto, juntos nos vamos a levantar", declaró por
teléfono a El Nuevo Día justo cuando María estaba devastando la isla y
en otros medios se escuchaban testimonios como el de Nydia Pérez, una
vecina de San Juan que decía a la emisora local Wapa Radio: "En mi casa
una ventana explotó y arrancó una puerta. El viento y la lluvia dañaron
todo en la sala. A la casa de enfrente se le voló el techo completo".
Desde San Juan, el reportero Benjamín Morales informaba este miércoles a El País de la situación: "Se reportan daños de todo de tipo. El
gobernador teme destrucción generalizada, pues cruzó la isla en
diagonal. El servicio eléctrico está muerto, como es de esperarse".
Morales, que cubrió el demoledor paso del huracán Irma por Cuba y viajó
el martes a su país para estar con su familia, comparaba ambos golpes y
creía que María estaba dando aún más fuerte en Puerto Rico. "Mi casa tiene
ventanas de seguridad para 300 kilómetros y por momentos pensé que
arrancaría alguna. Aquí el consenso en la radio es que nunca se había
visto algo como esto", dijo.
Trump
ha dicho esta tarde que está recibiendo informes detallados sobre la
situación en Puerto Rico y en las Islas Vírgenes estadounidenses y que
el Gobierno federal asignará recursos para que se recuperen del huracán.
El martes por la noche el presidente de EE UU –del que Puerto Rico es
Estado Libre Asociado, una fórmula a medio camino entre la dependencia y
la autonomía–, tuiteaba su preocupación y su apoyo a los boricuas, cuya
numerosa comunidad en la América continental adquiere un peso electoral
cada vez mayor, en especial en el decisivo estado de Florida: "Puerto
Rico será golepado por un nuevo huracán monstruoso. ¡Cuídense, nuestros
corazones están con ustedes y estaremos para ayudarles!", escribía Trump
en la víspera del desastre. La ayuda económica de Washington será
crucial para que la isla pueda levantarse de su doble knock out: la descomunal crisis de deuda sumada al descomunal huracán.
El huracán María tocó tierra en el Caribe el martes en la isla de Dominica, donde ha dejado al menos siete muertos y provocado una "devastación generalizada", en palabras de su primer ministro.
También dejó al menos dos muertos en la isla francesa de Guadalupe,
donde otras dos personas están desaparecidas tras el paso del huracán.
Ahora el ojo del poderoso ciclón enfila hacia República Dominicana y las
Islas Turcas y Caicos. Según las previsiones
María subirá en las próximas 24 horas hacia el norte y por fortuna no
afectará a Haití, el país más pobre de América Latina. Tampoco a Cuba ni
a la península de Florida, ambas muy dañadas por el gigantesco huracán
Irma.
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