SAN JUAN.- "Hoy somos galleros,
mañana seremos delincuentes": de esta manera Jorge Miranda, un gallero
de 42 años, describió el viernes la situación de miles de personas que
se dedican a la industria de los gallos en el territorio estadounidense
de Puerto Rico.
Jorge Miranda y su esposa complementan los ingresos de su hogar con lo que les producen sus gallos de pelea.
"Cada uno de nosotros tiene su trabajo, esto lo hacemos
porque nos gusta. Los ingresos de nuestro hogar se pueden afectar en un
45 o 50%. La gente no entiende que esto mueve la economía, no solo de
los galleros, del país completo", reclamó Miranda.
Las peleas de
gallos en Puerto Rico están amenazadas debido a la Ley de Agricultura y
Nutrición de 2018 conocida como Farm Bill, que prohíbe esta actividad en
los estados y los territorios. El estatuto, firmado por el presidente
Donald Trump en 2018, entró en vigor el viernes.
Adelantándose a este
momento, el miércoles la gobernadora Wanda Vázquez Garced firmó una ley
local que desafía la ley federal porque permitirá a las galleras seguir
operando por dos años.
Sin embargo, esta nueva medida prohíbe la
importación de pollos y gallos de pelea. Esto es un recurso con el que
los puertorriqueños esperan poder circunvalar la ley federal porque
mantiene la totalidad del negocio dentro de los límites de la isla.
"Esa firma está muy bien. Es perfecta. Está ayudando al
país porque esto es una industria, no es un deporte", defendió Edgardo
Díaz, de 44 años.
En Puerto Rico se estima que sobre 20.000 personas tienen empleos relacionados directa o indirectamente con la industria.
Pero los defensores de los animales no aplaudieron los esfuerzos de la gobernadora por defender lo que llama un "deporte".
"Aprobar
una ley que va contra el gobierno federal debería ser visto como lo que
es: un intento equivocado de defender la crueldad, no la cultura ni la
tradición", dijo Nancy Hwa, portavoz de una de las mayores
organizaciones de defensa de los animales en Estados Unidos, Humane
Society.
"Las aves usadas en las peleas de gallos sufren
horriblemente, con heridas como pulmones perforados, huesos rotos y ojos
agujereados, antes de que los desechen como basura", añadió.
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