domingo, 18 de febrero de 2018

Una Cruz de Caravaca que cambió la vida del portorriqueño Harry Pagancos


CARAVACA DE LA CRUZ (Murcia, España).- El empresario y cocinero de origen portorriqueño, Harry Pagancos, recientemente inauguraba un restaurante-supermercado en el centro de Atlanta, bautizado con el nombre de Caravaca y cuyo interior esta decorado con motivos de los Caballos del Vino, donde se ha cuido hasta el último detalle y los camareros van vestidos de caballistas, según revela hoy La Opinión, de Murcia.

La primera persona que conoció Pagancos a su llegada a Caravaca, fue a José Francisco García, propietario del hotel Almunia, una hospedería con ambiente muy familiar ubicada en las proximidades de la Plaza del Arco. 
García explica a La Opinión que, «al tratarse de un establecimiento muy familiar, solemos conversar con nuestros clientes, y en muchos casos descubrimos cuales son los motivos que los traen a Caravaca», matizando que «cuando conocí a Harry en 2014, me comentó que siendo cocinero en el mundial de Brasil, y pasando una mala racha, le regalaron una Cruz de Caravaca que le dió un giro y cambió  su vida, por lo que decidió viajar hasta la Región de Murcia para conocer la reliquia y poder darle las gracias a la Cruz».
Volvió a Caravaca a las fiestas del año 2015 acompañado de un cocinero turco, otro argentino y otro ruso.
El grupo se marchó totalmente fascinado de los rituales y del festejo de los Caballos del Vino, lo que provocó que se integrará totalmente en la Peña Minipúa, siendo socio benefactor y repitiendo sus viajes a Caravaca. 
En cada ocasión ha venido acompañado de más amigos del otro lado del Atlántico. Este año, la peña le regaló un manto que ha sido la base para su nuevo proyecto en Atlanta: un restaurante-supermercado que lleva el nombre de Caravaca y que está decorado con un manto de los Caballos del Vino de la Peña Minipúa.
«Todo lo ha montado en torno a la experiencia que ha vivido en Caravaca, ha pensado en todo, hasta en la ropa de los camareros que van vestidos de caballistas», concluye García.

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